La disputa por el poder: gerenciar o hacer política

Desde hace al menos 15 años a ésta parte, la cuestión de hacer política ha mutado su estado de concretar y realizar, a burocratizar y administrar. Parecen cuestiones simples que, al pasar, no delatan más que la carencia de valores en materia de discusión, análisis y desarrollo de propuestas tendientes a mejorar la calidad de vida de las personas.


Pareciera que en términos de conducir un Estado, los conceptos gerenciar y/o administrar han tomado cuerpo en los últimos años, en especial en los estamentos políticos. Y no podemos escapar al hecho de que el concepto remite a empresa, al que conduce una empresa, signo marketinero por excelencia para dictar que, hacer política en el Estado es como manejar una empresa, en donde se maximizan recursos y se obtienen ganancias. La gente es un número, es una variable del mercado. Sin dudas que los que mejor gerencian, los ceos como se llamaba a los ministros en el gobierno de Macri, son los que mejor hacen negocios, y si es con plata de los argentinos a través del Estado, mucho mejor.

Cualquiera hace negocios, la idea es hacerlos con el dinero de los demás. Ésa es la premisa de muchos empresarios y gerenciadores en Argentina.

Cuando el gobierno actual, Frente de Todos como una alianza de partidos ejecuta sus capacidades políticas y militantes a través de éste paradigma neoliberal, cae en la trampa del tecnicismo, de la empresa privada no estatal, y deja de hacer lo que supo en muchos años en especial, el peronismo: hacer política.

En los barrios del conurbano es en donde más se nota ésta cuestión, la militancia no rentada analiza críticamente la realidad social e intenta mejorarla, transformarla. Pasa que a la ausencia de funcionarios que den la cara, hablen con vecinas y vecinos, generen respuestas automáticas a problemas funcionales simples, no puede haber otra cosa que silencio y pérdida de esperanzas.


La disputa de poder se centra en las formas y más que nada en los hechos, gana una elección el que está en la calle para defender una obra, para escuchar y solucionar a la brevedad, para debatir y ponerse a disposición del otro. No se genera mejor condición política discutiendo quién es más y mejor, aunque cada cual asuma su rol ideológico y político.

Ejemplos sobran. Para colocar un reductor de velocidad o pedir quitar un árbol en peligro de caer, el pedido debe pasar por la burocracia administrativa. Mesa de entrada del municipio o algún concejal/a que escriba la comunicación, tratarlo en sesión y enviarlo al Ejecutivo local para que, en caso de resolverse, pueda dar giro para posible ejecución de la obra.

Se vio claramente durante la pandemia, cuando el ministerio de Desarrollo Social de Nación bajaba alimentos, lavandina, agua, barbijos y otras cuestiones a través de los municipios. El municipio de Lomas de Zamora, lejos de incorporar en la distribución a la red de instituciones barriales, y militancia, que conoce palmo a palmo las preocupaciones y necesidades `populares, dejó de lado a muchos para actuar con pocos y acaparar las respuestas que en muchas ocasiones, llegaron tarde. Dejó a referentes de barrios, y de instituciones afuera del «reparto» para que ellos también pudieran resolver, y así llegar a la mayor cantidad de personas con problemáticas alimentarias, de salud, higiene y laborales.

No hubo cintura política le dicen, algunos picaros acapararon lo que llegaba, para vaya saber que fin y dejaron de llegar mercaderías a todos o la mayoría, que era la consigna. Hoy los gobiernos prefieren la burocracia, a la militancia.

Nadie niega que la administración de los recursos debe ser concreta y real, que debe pasar por concejales o diputados el tratamiento de temas como ordenanza impositiva o el presupuesto, trabajos indiscutibles de los cuerpos colegiados y electos democráticamente.

El gerenciamiento aleja al funcionario público de la gente. Y por eco a la militancia, puesto que comprobado está, ningún rentado o asalariado de la política puede realizar un análisis crítico de lo que ve no es concreto o se está haciendo mal, o no se hace. Gerenciar también es ir a ver problemáticas y difundirlas sin haber generado ningún tipo de solución. Éso es utilitarismo gerencial, se administra la imagen, descontentos como si fueran gobierno para arrastrar voluntades políticas. Muy utilizado por muchos políticos.


Todo lo que se debe hacer y no se hace para bien, es negar un derecho a alguien.


El gerenciamiento administra recursos, quita donde ve que hay gasto e invierte en donde sirve a las minorías. La inversión pública debe ser total para el desarrollo nacional de los trabajadores, no de los empresarios que hoy tienen ganancias exorbitantes con respecto a los que transforman la materia: un trabajo industrial es de 10 dólares por hora mientras que es de 50 mil dólares por hora para el dueño de la fábrica.

Hacer política es mirar hacia donde debe un país que cree debe ser una Nación grande: industrialista, con mirada en la producción de acero, energía, barcos, vehículos y tecnología. Para éso debe generar transformaciones con herramientas políticas: hacer y no burocratizar, discutir sobre éstos temas y no sobre si Macri dijo que es un grupito el que quiso matar a la vicepresidenta. Cristina Fernández tiene quien la defienda, ella misma lo hace cabalmente, mientras que la Nación, nuestra Argentina la siguen esquilmando en los mares, ríos, tierra y aire potencias extranjeras.

Discutir si hay peronismo o no, tiene que ver con lo que se hace no lo que se dice.

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